Laberinto

Inspirado en El jardín de los senderos que se bifurcan, de Borges



El apetito casi saciado y tiempo por delante antes del encuentro. Las manos del maestro le abren el libro de los manjares que determinarán aquella tarde.

Dulce leche, dulce crema, pura sensualidad. Nata y queso, recostados en una cama de galleta, coronados por un velo de arándanos almibarados, se funden en un abrazo infinito.
La imagina esponjosa y suave, pero vestida de blanco y morado se resquebraja al paso del tenedor insolente que intenta ultrajarla. En la boca, le invade los sentidos, que le acercan a la época en que la leche era algo cotidiano.

Sus ojos le obligan a pararse en otra tentación.
A la vista le encanta tenerla delante. Sobre las líneas rectas de hojaldre descansan finas láminas curvas de la fruta más ligera, la fruta pecadora, disimuladas por transparente gelatina.
Bajo el cuchillo, su aspecto tostado augura el crujido de las capas pegajosas.
La piensa gustosa y dulce, pues la fruta, antes insípida, se transforma en oro comestible; se excita, se abre de piernas ante su enemigo, el fuego.

De un color famoso por su dulzura, se fija ahora en un postre que le despierta de su ensueño. Golosa fundición por dentro, crujiente voluptuosidad por fuera. Hecho de cacao, salpicado de nueces.
Caliente, se convierte en un paraíso negro que le deja sin sentido al someterlo a la autoridad implacable del blanco helado de vainilla.
Acompañado por su contrario y cómplice, le seduce con un sucio baile que cautiva los sabores experimentados.

Tomada estaba la decisión, no se pudo zafar de ella. Fue un encuentro delicioso. Sus poros no dejaron de recordarle el placer que reflejaba su paladar.

Inspirado en la obra de Cesare Pavese

De niña cavabas en surcos tus sueños de campesina.

Violabas la tierra con ideas de deseos, prosperidad y éxito.

Para alcanzarlas, tendrás que encontrar tu viña predilecta, desposarla y vivir quedamente en la sombra.


Al llegar a la ciudad y comprobar que las miradas tienen dulzor de uva, olvidaste tus anhelos y los cambiaste por una vida en el burdel.


Más tarde, descenderás al remolino, muda.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Inspirado en Las ruinas circulares de Borges

Habían espiado con respeto su sueño creyéndolo mensajero de amenazas. Sin hacer un solo ruido, le ataron de pies y manos al suelo. Muchos fueron los vigilantes que lo observaron antes de que despertara; algunos, admiraron su cuerpo perfecto desde detrás de un árbol.

Al volver a la vida, el hombre temido, envidiado, notó las ataduras y se encontró con un espectáculo sorprendente: personas, como él, le retaban con lanzas y arcos. Aunque no quiso, su cuerpo, en defensa, se convirtió en bola de fuego que quemó las ataduras y lo arrasó todo en aquella isla.

Quinze anys


Els texans i a la boca cigarreta
Mirades que deien més que les mirades
Una relació pura, neta,
Absent de pressions i batzegades.

De la mà, passejos per les contrades
Una lleu trobada dels cossos feta
La carn ennuvolada per les fades
I la mort que ens acompanya, distreta.

Un present ple de fe, lluita i amor
La veu acoixinada i tan tendre
És més preuada que del món tot l’or

Era com si hom no els ho pogués prendre
Acabaria essent només record
I després va ser la sang i la cendra.

Miradas

Sentada frente a la ventana, mirando quién sabe qué, la observo desde cierta distancia, sé que sentía mis ojos en su espalda, mi respiración, se giro, me miró y me empezó a contar que de pequeña solía jugar en la calle, que siempre se caía y llegaba a casa con las rodillas peladas, siguió navegando entre sus recuerdos un rato más, volvió a mirar por la ventana. Se gira y me pregunta: ¿quién eres? Ya no me reconocía.

El artista



Habían espiado con respeto su sueño y descubrieron que no solamente era su indescifrabe fuente de inspiración, sino que eran capítulos desordenados de su propia vida, insondable, taciturna y frágil, que sólo alcanzaba plenitud en el sueño. Cuando el artista lo moldeaba con adjetivos, adverbios, sustantivos, metáforas, comparaciones, hipérboles o epítetos, el sueño alcanzaba una realidad literaria, es decir, palpable.