Inspirado en Las ruinas circulares de Borges

Habían espiado con respeto su sueño creyéndolo mensajero de amenazas. Sin hacer un solo ruido, le ataron de pies y manos al suelo. Muchos fueron los vigilantes que lo observaron antes de que despertara; algunos, admiraron su cuerpo perfecto desde detrás de un árbol.

Al volver a la vida, el hombre temido, envidiado, notó las ataduras y se encontró con un espectáculo sorprendente: personas, como él, le retaban con lanzas y arcos. Aunque no quiso, su cuerpo, en defensa, se convirtió en bola de fuego que quemó las ataduras y lo arrasó todo en aquella isla.

0 comentarios: