PERSECUCIÓN

A Jesús Lizano





Conquistó su albedrío

el mundo transformado en río

le arrebató su periquito impertinente

y el caracol que no respiraba bien.


Cargaba la humanidad sobre sus espaldas:

cadáveres, soldados, usureros,

realidad y belleza.

No era humano ni divino

pero lo perseguía

sin descanso, sin oración

con una magnífica canción

que penetraba en sus oídos

para no abandonarle ni un segundo.

¡Un doctor Hyde en libertad!

Sin azares ni abrazos

sólo con una magnífica canción.


Se volvía loco con la canción:

su quimera era hallar el silencio

¡Cómo se le multiplicaban los mundos!

Con el paso del tiempo

descubrió que no podía vivir sin la canción.

2 comentarios:

Claudia C. dijo...

¡Cómo se le multiplicaban los mundos! Este verso me encanta!
Es precioso todo el poema!

Lilith dijo...

M'encanta com queda la foto amb el poema, et fan venir imatges molt diferents que si no hi estiguera.