El espejo y el deseo

Tenía los ojos grandes, luceros, verdes.
Paseaba el encanto de su mirada
entre todas las miradas que deseaba atrapar,
con un suave pestañeo.
En otros brillos detenía su andar,
buscando un espejo que reflejara su belleza.
Desde un pequeño balcón en penumbras
ella observaba cuanto iba sucediendo.
En un descuido él se ocultó de su vista
y al momento le tenía a su lado.
La oscuridad del lugar no le importaba.
Él sólo quería oír su voz.
Que recreara y alimentara su pensar
con palabras que ella bien sabía pronunciar.
La vida, el deseo, la belleza, el amor ...
Cada vez más cerca de su cuerpo
sólo pedía oírla, olerla, atraparla y estremecerla
con el calor de unos brazos
que empezaban a rodear sus hombros
La voz de ella perdía fuerza,
sus ideas empezaban a retroceder y sólo una avanzaba,
entre una nebulosa de fantasías.
Las palabras se ahogaron en su garganta
y buscó sus luceros, verdes, grandes ...
Él susurró: -No te gires, no me mires;
el día que el misterio de tus ojos sea mi espejo
viviré sólo para perderme en ellos,
me convertiré en un ser sin más voluntad
que la de tus deseos.

2 comentarios:

Txell Sales dijo...

El enamoramiento es muy fuerte y llega un momento que sucede como dicen los "The Cure". "Why I can't Be you".
En tu poema, eres tan suya que podrías llegar a ser él

Anónimo dijo...

Bueno, has acertado. Mientras lo escribía no sabía si ella era él, o él era ella. O bien, si los dos eran uno, tres o cuatro!