El cuerpo, fabuloso II

Me enamoré, no podía hacer otra cosa.
He de decir a mi favor que la playa siempre me ha hecho estar sensible.
Lo veo.
El cuerpo es como un delfín encallado en la orilla.
Un delfín blanco con curvas tan bien definidas que me vuelven loco.
Las olas que lo devoran son esbirros del mar que intentan llevarlo a sus adentros.
Sus piernas son como jamones, prietas y apetitosas.
La piel dorada por el sol como el color de la cáscara de un huevo rubio.
Sus cabellos se retuercen como las caracolas al morir, son serpentinas que se deshacen en espirales.
Me enamoré de ese cuerpo fabuloso.

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