La obligación

La obligación de coexistir tantas horas por semana fabrica telarañas de enemistad y de odio. La rabia contenida estalla como un volcán de palabras inconexas. Un río que desborda a cualquiera que lo escuche.
Un libro, una copa de vino, el humo de un cigarrillo. Eran la única escucha. Todo ello sin respuesta.
Sin nadie que replique. Atrapado en mi propia telaraña esperando la muerte lenta, aunque no sin gritar al aire.
Una angustia que no se sofoca con nada me mata.

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