Oh!, mar, tú, la gran mar que abogas
tu apego por los recuerdos
de mi memoria dormida.
Pensamiento, que rocoso te admira,
en la plenitud de un horizonte
finito por la curva de mi amada tierra.
Frondosas y celestes braman tus aguas
por mi atorada garganta, cuando
te trago sin dejarte de nadar.
Cuán efímero es el sufrir de mi alma,
y el altanero estímulo se intensifica
al nacer tu, mi mar, en el ocaso.
tu apego por los recuerdos
de mi memoria dormida.
Pensamiento, que rocoso te admira,
en la plenitud de un horizonte
finito por la curva de mi amada tierra.
Frondosas y celestes braman tus aguas
por mi atorada garganta, cuando
te trago sin dejarte de nadar.
Cuán efímero es el sufrir de mi alma,
y el altanero estímulo se intensifica
al nacer tu, mi mar, en el ocaso.
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